En estos días son varios los sondeos de opinión que señalan que los españoles querrían haber votado en el nuevo escenario que surgió tras la sentencia de la Gürtel, pero hubo una defensa organizada por muchos actores políticos para que esto no sucediera.

El Partido Popular ha frivolizado con las consecuencias de la corrupción. Todavía desvinculan la situación en la que se encuentra hoy España de las tramas delictivas que operaron en la sede de los populares. Estas tramas estaban destinadas a financiar el partido y a dotarlo de recursos ilimitados en sus campañas electorales. Los miembros de la trama otorgaban contratos a empresas a las que cobraban mordidas para ir más fuertes que los demás a las elecciones, ganarlas y seguir otorgando contratos, cobrando mordidas… Y esto es lo que ha quedado como probado en la famosa sentencia. ¿Cómo no iba a cambiar nada tras el dictamen de los jueces?

Y queda un año de sentencias similares. Pero no sólo para el Partido Popular. El PSOE también espera que se pronuncien los jueces en el juicio de los ERE. Otra trama que operaba de manera diversa a la anterior pero que buscaba lo mismo: perpetuar a los socialistas en el poder en Andalucía.

¿Qué hacer? Ciudadanos pidió elecciones. Salvo UPN, todos los demás grupos políticos estaban en contra. El PP y el PSOE, porque querían blindar las prerrogativas que mantienen sus estructuras. El PNV buscaba mantener los privilegios nacionalistas que han venido pactando durante décadas en perjuicio del resto de los españoles y que sabían amenazados ante el auge de Ciudadanos. Tan es así, que su condición para votar la moción de censura fue que no se tocaran esos privilegios y que no hubiera elecciones. Convergencia, en su disfraz de partido nuevo, siendo posiblemente la organización política más corrupta de España, quería lo mismo: frenar a quienes no creen en los privilegios territoriales. A ERC le viene bien todo lo que desestabilice al Estado y buscará negociar concesiones y tratos de favor a los golpistas. El Gobierno de Sánchez es un escenario que nacionalistas y populistas preferían al anterior y, por supuesto, al que pudiera surgir de una convocatoria electoral.

Las prioridades de los partidos estaban tan claras que se dieron circunstancias como que el PP aplaudiera a Sánchez cuando éste atacaba a Ciudadanos, que votó no a la moción de censura pero que es percibido como adversario electoral. Pedro ‘Zelig’ Sánchez, ya disfrazado de presidente, fue más duro con Rivera que con Rajoy.

Diez días antes, el Partido Popular le dijo a Ciudadanos que fuera tan leal como el Partido Socialista o como el PNV. Diez días después, el PSOE le ponía una moción de censura a Rajoy y el PNV votaba sí. Once días después, el Partido Popular seguía atacando más a Ciudadanos que a ninguna otra formación. ¡Mucho más que a Bildu!

¿Qué preocupa al bipartidismo y por qué siguen PP y PSOE contemporizando con los nacionalistas?  ¿Por qué, en pleno desafío separatista, no han querido convocar elecciones que hubieran dado un Gobierno estable y legitimado por las urnas? ¿Por qué Rajoy ha permitido que Sánchez sea presidente con los votos de los golpistas en vez de convocar elecciones? ¿Cuál es el orden de prioridades de quienes actúan de este modo? ¿De quién se defiende el bipartidismo cuando ha buscado evitar las elecciones?

El gran drama, el gran problema, es que el bipartidismo se está defendiendo de los españoles.

 

Artículo publicado en “Málaga Actualidad” el 12 de junio de 2018