“No se percibe”. “Nadie sabe que estáis gobernando con PP/PSOE”.

 

Estos y otros comentarios de similar naturaleza aparecen en el abecedario matutino de todo cargo institucional con funciones de gobierno bajo las siglas del partido liberal naranja. Da igual dónde; ayuntamientos, diputaciones o gobiernos autonómicos.

 

Y es que se le pueden reprochar errores en la carrocería al partido comandado por Inés Arrimadas, pero el motor de la maquinaría, aquel que debe transportar las políticas al ciudadano de a pie, goza de una fiabilidad equiparable al Mercedes Benz OM 602, el propulsor que alimenta la mayoría de modelos de la Clase E de los años 80 y 90.

 

Ese es el valor añadido que Ciudadanos aporta -aun siendo siempre mejorable, por exigencia moral- a los gobiernos que incorporan en sus filas a concejales, diputados o parlamentarios liberales y de cuyo trabajo dependen áreas de gobierno, demarcaciones que en la mayoría de ocasiones están ejecutando los programas con una exquisitez, pulcritud y profesionalidad que se desconocían hasta entonces. No es una opinión, sino un hecho constatable que se ve reflejado en datos y estadísticas publicadas por organismos oficiales, amén de los propios funcionarios imparciales que trabajan codo con codo bajo la batuta del cargo de turno, que afirman que el trabajo de “los naranjas”, redunda en un mejor funcionamiento de aquella institución que pisan.

 

Ese trabajo en la sombra, en la gestión, en muchas ocasiones es invisible. Sin embargo, aunque cunda la máxima de “no se nota que están ahí”, estamos siendo testigos directos de que aquellos gobiernos que incluían en sus filas a cargos de corte liberal, hacían mucho mejor a esos gobiernos que han cambiado recientemente de color.

 

Véase la Región de Murcia, donde nada más abandonar Ciudadanos el gobierno autonómico, ha sido aprovechado por el presidente popular para aprobar una modificación legislativa que le permita afrontar un tercer mandato, algo que anteriormente estaba prohibido y que iba en consonancia con la regeneración política que defienden los liberales. O la Comunidad de Madrid, donde Ayuso ha aprovechado el escape del control naranja al que estaba sometida para controlar la televisión pública madrileña o la creación de entes públicos de dudosa eficacia como la famosa Oficina del Español, poniendo al frente al denostado Toni Cantó y otrora defensor de la eliminación de estas entidades.

 

Con estos recientes ejemplos -y lo que te rondaré, morena-, queda demostrada la utilidad y sobre todo, la necesidad, de un partido como Ciudadanos, en gobiernos de toda índole, no solo por su buen hacer, sino porque tiene la capacidad de hacer mejores a aquellos con los que comparte responsabilidad ejecutiva.

 

Porque sí, sí que se nota cuando están ahí.