El portavoz de Ciudadanos, que ha asistido al pleno sobre el Estado de la Provincia junto a la diputada Teresa Pardo, hace un balance positivo del primer año en la Diputación y afirma que darán estabilidad a la institución pero estarán ‘vigilantes’.
(Texto íntegro de su discurso en el Debate sobre Estado de la Provincia)
Señores diputados: muy buenos días a todos.
Tomo la palabra para hacer balance sobre el estado de la provincia, un año después de que los votos de 44.695 malagueños permitieran, a la nueva política que representa Ciudadanos, desembarcar en esta Diputación para hacer precisamente eso, NUEVA POLÍTICA. Una nueva política con nuevas formas, sosteniendo un talante elegante y conciliador en la acción política que ha traído un soplo de aire fresco a la institución. Nueva política ejercida por ciudadanos corrientes, por gente de la calle, que no venimos de una larga trayectoria política a la sombra de los partidos y de sus juventudes, y que nos asomamos a las instituciones para aportar, desde su experiencia profesional y sus conocimientos, soluciones nuevas a los problemas de sus iguales. Es otra forma de mirar y afrontar la gestión pública. Aires nuevos para sanear una atmósfera quizás demasiado cargada, porque los viejos partidos no acababan de abrir las ventanas para escuchar a la ciudadanía.
Y aquí estamos. Llevamos un año dotando de estabilidad a la Diputación de Málaga y exigiendo mejoras para su buen gobierno. Aunque con luces y sombras, el balance que hacemos de este periodo es positivo. El ambiente político normalmente ha sido bueno y los compañeros de corporación, independientemente de la formación en la que militan, son eso: compañeros.
No nos han gustado algunas situaciones en las que enfrentamientos enconados y ancestrales –como muestra de los últimos coletazos de un bipartidismo moribundo o ya yacido– han lastrado el debate político en la institución. Enfrentamientos a los que nunca nos hemos sumado, hayan venido de donde hayan venido. No es ése el talante de Ciudadanos. Pero esos conflictos no son la línea habitual.
Como decía, en Ciudadanos hemos inaugurado una nueva forma de hacer política en todas las instituciones en las que tenemos representación y no gobernamos: facilitar las investiduras permaneciendo en la oposición. Dar estabilidad a las instituciones, pero fiscalizar y controlar las tareas de gobierno, como lo haría cada contribuyente. Como lo haría el ciudadano de a pie que exige una buena gestión de los impuestos que ha pagado con su esfuerzo. Porque eso somos, ciudadanos de a pie.
Sé que es deseo del Presidente de esta Diputación que entremos en el Gobierno de la misma. Pero créame si le digo que es mejor para usted y para todos que ejerzamos una oposición responsable, leal en lo esencial a la vez que vigilante. Ciudadanos no entrará, hoy por hoy, en el gobierno de la Diputación. Seguirá ejerciendo el papel que le han solicitado los votantes: el del fiscal que vigila el buen uso de los recursos públicos.
Siempre son más sonados los desencuentros que los acuerdos. Pero el día a día en la Diputación transcurre de manera sólida y firme. El fantasma de la inestabilidad es sólo eso: un espectro que pertenece más al ámbito de la superstición y los miedos nocturnos, pero que de ninguna manera está en la realidad. Fantasma sacado a pasear –hay que decirlo- tanto por dirigentes del partido gobernante como de alguno de la oposición.
Los ejes principales de nuestra acción política apuntan todos al interés esencial de los ciudadanos. La labor de una oposición responsable conlleva dejar gobernar siempre y cuando no se transgreda la legalidad y la ética. Nuestros desencuentros con el gobierno del Partido Popular han venido motivados en su mayor parte por la política de contratación, que creemos fruto de una inercia adquirida en otros tiempos. Y vamos a perseverar para que se elija a los mejores y no a los más afines. Algo que venía haciéndose desde la noche de los tiempos, algo que no es marca del PP, sino un signo de la vieja política, acuñada por los antiguos partidos.
Nuestro acuerdo de investidura, como anunciamos hace un año, se centraba en tres ejes: la reducción de sueldos y cargos de confianza, la fusión entre algunos entes y la eliminación de otros y la mejora en la transparencia en beneficio del ciudadano.
A lo largo de este año hemos logrado reformas dentro de la Diputación que inciden en el mejor aprovechamiento de los recursos públicos, en el acceso a la información de forma clara y sencilla, o en reducir la arbitrariedad en diversos aspectos de la función pública –como ha ocurrido con la Oficina de Atención a los Alcaldes, que a propuesta de Ciudadanos ha pasado de depender de un cargo de confianza del PP a gestionarse por el conjunto de las fuerzas políticas aquí representadas–.
Gracias a nosotros se han reducido más de un 50% los cargos de confianza, se han rebajado un 7% los sueldos a los diputados y asesores, hemos conseguido que se fusionen puestos evitando duplicidades, como ha ocurrido con la Térmica y el Centro Cívico. Hemos querido fomentar el ahorro en personal eventual y político, y sólo el primer año, en este concepto, ya hemos rebajado el gasto en un millón de euros.
Nuestra formación es además un grupo que conoce la alta cualificación del funcionariado y sabemos que el personal de esta casa goza de una gran preparación y que son garantes del buen hacer y la rectitud en la acción pública. Es por ello que siempre hemos querido que tengan un papel protagonista en la gestión de esta casa. Nos gusta marcar una línea gruesa entre el funcionariado y el político, de modo que no se produzcan mezclas perniciosas y la labor directiva del representante público sea controlada por los profesionales de la administración, de forma que garanticemos su independencia.
De todos es conocido nuestro empeño para que el mérito y la igualdad de oportunidades sean los principios rectores que impregnen la política de contratación de esta Diputación. Por eso hemos elaborado las bases para que los futuros procesos de contratación se ciñan a estos principios y no queden al albur de políticas de amiguismos que tanto daño han hecho a las instituciones.
Como partido moderno que somos hemos querido además aplicar los criterios que pensamos que ha de tener una institución plenamente consciente de la exigencia de los tiempos actuales.
La limitación a 8 años del tiempo que una persona puede ser presidente de la Diputación que propusimos y fue aprobada por unanimidad es signo de modernidad democrática.
El fomento de la lealtad institucional entre administraciones es muestra de nuestro patriotismo constitucional, y como ejemplos valgan nuestra mediación entre el Ayuntamiento de Cártama y la entidad supramunicipal que representamos en el sangrante asunto del Chare del Guadalhorce, o nuestras propuestas para resolver el galimatías en el que La Junta metió a la Escuela de la Cónsula –antaño un emblema para el sector hostelero de la provincia–. Estas son sólo algunas muestras del prisma con el que percibimos y ejercemos la actividad política.
El acuerdo de gobierno ha cumplido un año, y desde Ciudadanos lo miramos con optimismo. Nuestras propuestas se cumplen a buen ritmo, y es probable que esté culminado casi al completo a finales de 2017.
Pero son muchas las necesidades y problemas endémicos que arrastra esta provincia, que hoy conocemos mejor que hace un año. La penosa situación de las carreteras en los pequeños municipios del interior de la provincia ha hecho que éste sea el segundo problema más importante para los vecinos de esas localidades después del paro, según un estudio reciente de Turismo y Planificación Costa del Sol. La falta de adecuadas infraestructuras sanitarias, las carencias en materia de transporte público, los problemas económicos o la corrupción también figuran entre los principales problemas de estos vecinos.
Aspiramos a trabajar en todos esos frentes. En algunos de ellos ya hemos elaborado propuestas que han sido aprobadas por el pleno y que significarán en poco tiempo un cambio sustancial en la calidad de vida de muchos habitantes de estos municipios, como las ayudas para el transporte o el bilingüismo.
De cara al futuro trabajaremos además por el aumento de la participación ciudadana en la gestión de la Diputación, y para que los proyectos sean sometidos a estudios de viabilidad, para que el acceso a los portales de transparencia y su navegabilidad sean mejores, y para que se informe de índices y datos prácticos para el ciudadano.
También avanzaremos en materia de medio ambiente. Reforestar nuestros montes, mejorar la lucha contra los incendios, colaborar con las entidades ecologistas serán otros de los aspectos que pretendemos afrontar en el futuro cercano.
Queremos mejorar la calidad de vida de los animales. El avance de una sociedad se puede medir entre otros indicadores, por cómo trata a las demás especies vivas. Para ello propondremos medidas que fomenten la adopción, la recogida y el cuidado de los animales vagabundos.
Respecto al transporte público, fomentaremos la entrada en los consorcios de las poblaciones de la provincia con la colaboración interinstitucional entre los ayuntamientos, la Diputación y la Junta de Andalucía. Mejorar las conexiones, cobrar billetes asequibles y disminuir las emisiones de CO2 a la atmósfera son los tres beneficios directos e inmediatos de la mejora de los medios de transporte consorciados. Animar al turismo dentro de la provincia y la hermandad entre nuestros pueblos son otros.
Ciudadanos es el partido de la educación, la mejor inversión que puede hacerse del dinero público es la educativa. Es por ello que hemos promocionado inversiones para que se facilite el transporte a estudiantes, para que se otorguen ayudas y se promueva el bilingüismo, así como para programas de prácticas en la Diputación y en empresas.
En definitiva, Ciudadanos ha propuesto y quiere seguir haciéndolo, medidas con una repercusión directa en los habitantes de la provincia. Que sus impuestos reviertan más sobre ellos, que no se pierdan tantos recursos en la maquinaria administrativa, en pagar dos veces por lo mismo. Que el dinero público empleado en esta Diputación repercuta de forma positiva y directa en la solución de los problemas de las personas, que no se busquen réditos electorales o confrontación política, campañas personales o de autobombo.
Queremos al igual que una gestión eficaz centrada en los verdaderos problemas de los ciudadanos, una oposición constructiva que se centre en la propuesta y no en el proponente, de forma que en estos nuevos tiempos, en los que todo pasa por el acuerdo, sirvan para que este sea mejor y plural, no para avivar la confrontación y entorpecer la labor del gobierno.
Si la alternancia en el poder fecunda el suelo de la democracia, el diálogo y el consenso harán brotar nuestra mejor versión, de forma que nuestros ciudadanos se vean reflejados y bien representados en nuestra acción política. Quien busque esto, tendrá en nosotros un aliado permanente. Quien no lo haga, nos encontrará vigilando cada paso de su actividad pública. Pues como ciudadanos que somos, sólo nos debemos a los ciudadanos.