Dos elementos de hidrógeno junto a uno de oxígeno dan lugar a la preciada molécula de agua, nunca tan preciada como en este momento, cuando no llega lluvia suficiente y las infraestructuras que pueden mitigar su carencia y los efectos de la sequía, tampoco, anticipando unos efectos perversos sobre la población. Sobre los de siempre, los más débiles de la cadena.

 

Todos los gobiernos, los anteriores y el presente, llevan décadas sin preocuparse del maná del cielo. Y como en el viejo proverbio, señalan el dedo en lugar de la luna, buscando excusas sin abordar el problema, sumidos en sus políticas de tuit, de maquillaje, sin afrontar las carencias estructurales de nuestro país. Nos encontramos ante una política del despilfarro, de mala gestión y sobrexplotación de los recursos hídricos, con una estrategia noqueada y moldeada por el gobernante de turno en base a sus intereses cortoplacistas, plegándose a los deseos de los de siempre, los que condicionan su apoyo a cambio de prebendas para su territorio. No les importa ese bien común, sino que se aseguran más tiempo en el poder, con sus privilegios intactos como gobernantes del reino.

 

Y no les importan las consecuencias, ni afrontan los verdaderos problemas de Estado, como es el de la falta de agua y unas infraestructuras que harían disminuir la presión sobre nuestros pantanos y embalses, regarían nuestras explotaciones agrarias o recargarían nuestros acuíferos. Todo esto sigue pendiente en un cajón, mientras la sequía nos vuelve a golpear con fuerza siendo cada vez más agresiva. Pero claro, aquí algunos andan en otros asuntos, con sus mesas de diálogo, de quién espía a quién, de cómo contentar a sus socios…aunque caigamos en la involución. La vieja política en su máximo esplendor.

 

Desde Ciudadanos siempre lo hemos tenido muy claro: anteponer el interés de país al del partido. ¿No son los partidos políticos entidades de servicio público que deben escuchar las demandas y aportar soluciones a los problemas de la ciudadanía? ¿Dónde están estos partidos que se autodefinen de Estado, a derecha e izquierda, que cuando llegan al Gobierno se despreocupan de lo importante para el bien común y solo buscan sus comunes bienes? Sólo un ejemplo: llevamos cinco años pidiendo una obra para aumentar las reservas y recrecer el embalse de la Concepción, situado en la zona oeste de la provincia de Málaga, donde más llueve y en donde con frecuencia, con excesiva frecuencia, se deben abrir sus compuertas para desaguar. Esta actuación, no excesivamente cara, ha sido desoída por unos y otros. Como el bypass que conectaría uno de los pantanos más pequeños, el de la Concepción, con su hermano mayor: el pantano de La Viñuela. El pantano más grande de la provincia, vital para el abastecimiento de la zona oriental de Málaga, tanto para el consumo como para el tejido productivo agrícola que factura más de 160 millones de euros anuales. Este pantano se encuentra en un estado crítico, al 14%, de su capacidad, y podría ser declarado muerto al final del verano si no llueve ‘alegremente’ esta primavera.

 

Las demarcaciones hidrográficas están al 36,4%, un 51,1% menos que hace una década, mientras los datos nos dicen que afrontamos un año hidrológico históricamente seco, con una reducción de lluvias en torno al 60% respecto al año pasado. Ante esta situación, nuestro gobierno no cumple y se paralizan trasvases pendientes como el del Odiel-Tinto-Piedras o el del embalse de Iznájar para garantizar el abastecimiento de agua potable a toda la comarca de Antequera. Mientras todo esto ocurre, el Gobierno anuncia “medidas fiscales, sociales y de liquidez”. Fantástico, pero ¿y las obras? ¿Para cuándo esas inversiones necesarias y urgentes desde hace décadas, muchas de ellas calificadas de interés general y dependientes del gobierno de la nación? Me pregunto cuándo nos tomaremos en serio este problema de país, que irá en aumento por el cambio climático, cuándo apostaremos por la innovación y el desarrollo para que los efectos de la sequía no provoquen tantos perdedores. Cuándo afrontaremos la innovación que nos permitiría generar riqueza, recursos y ser más sostenibles, como hace el grupo de investigadores del Instituto Andaluz de Domótica y Eficiencia Energética con esa patente de desaladoras ‘low cost’, unas instalaciones sostenibles que aprovecharían la lámina de agua de los embalses para la instalación de paneles solares, con costes energéticos irrisorios.

 

Estamos en tiempos convulsos, especialmente por los costes energéticos y las consecuencias climáticas, pero la sequía debe estar en el centro de la agenda pública. Algunos seguiremos buscando el pragmatismo para afrontar y dar respuesta a los problemas de nuestro país. Seguiremos apostando por la innovación y la cordialidad para unir a nuestros ciudadanos. Para hacerlos más libres, más diversos y solventar sus problemas con esta molécula mágica que nos da la vida, y a la que tenemos que mimar, racionalizar y cuidar.

 

 

Artículo de José Luis Muñoz Lagares publicado en diario SUR